El récord histórico alcanzado por un tríptico de Francis Bacon, Tres estudios de Lucian Freud (1969), el pasado día 13 de noviembre, en una subasta celebrada en Christie’s, Nueva York, ha causado asombro generalizado, abriendo portadas de periódicos, y, sobre todo, ha destapado para el gran público el suculento negocio de las obras de arte que ha incrementado beneficios y sigue abriendo nuevos yacimientos de recursos aún en estos tiempos de incertidumbre económica.
El remate fijó una cifra astronómica, 142.4 millones de dólares, la más alta satisfecha en pública subasta, y la tercera más elevada a lo largo de la historia, tras Los jugadores de cartas (Paul Cézanne, 1890), por el que se pagaron 191,6 millones de euros, y El sueño (Pablo Picasso, 1932), vendido por 116 millones de euros, ambas obras transmitidas en venta privada.
Paralelamente la apertura de nuevos mercados en el Extremo Oriente junto a la promoción multimillonaria de nuevos autores oriundos de esos países emergentes merecen algunas consideraciones. Las grandes casas de subastas abren sucursales en la China continetal (Sotheby’s en septiembre de 2012 y Christie’s un año más tarde) que sirven para elevar a los altares a los artistas locales. Quizá más sorprendente que el remate del Bacon, de hace unos días, sea el el precio alcanzado en octubre de 2013 por la Última cena, del pintor chino Zeng Fanzhi (nacido en 1964), y afincado en Beijing, que recrea la pintura homónima de Leonardo da Vinci, donde los comensales comen sandías. Los 23.3 millones de dólares pagados en Hong Kong por el cuadro, a través de Sotheby’s, revelan que la burbuja del arte dista mucho de explotar, como ocurrió con otros valores refugio, por el contrario, que se abre hueco incluso en obras de «desconocidos» autores vivos.
Es significativo el hecho de que mismo día en que se conoció la noticia de la quiebra de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, el polifacético autor británico Damien Hirst (nacido en 1965) establecía un récord en Sotheby’s con la venta de 200 piezas por 177 millones de dólares.
A todo ello se une la alarma creada en algunos países, como España, por la excesiva exportación de obras de arte, cuyo rastro se pierde definitivamente, ante la debilidad de las economías nacionales y el pujante mercado inversionista ávido de cobrarse nuevas piezas. No hace mucho tiempo fui entrevistado al respecto por el periódico Veinte Minutos con ocasión de la subasta de un cuadro de Sorolla en Londres.
Sin embargo toda esa afluencia de capitales, no ha tenido correspondencia para el gran público, que ve como el número de oportunidades para disfrutar de obras visuales ha disminuido por falta de financiación pública y patrocinio privado de exposiciones. Carmen Giménez, comisaria del Guggenheim de Nueva York, afirmaba en un entrevista concedida a la Agencia EFE, en agosto de 2013, que «conseguir ahora 1 o 2 millones de dólares (0.7 o 1.4 millones de euros) para una exposición es mucho más difícil que antes «.
La crisis económica mundial y la efervescencia del Mercado del Arte, aun cuando pudieran parecer hechos contradictorios, están perfectamente entrelazados como explicaremos en la segunda parte de este artículo.
Antonio Pedro Rodríguez Bernal Abogado y reconocido especialista en el derecho aplicable al Mercado del Arte, Patrimonio Histórico y Antigüedades. Ha intervenido en numerosas transacciones internacionales de valiosas obras de arte sea como abogado de las partes o de los marchantes participantes. Frecuentemente invitado a programas de radio o entrevistado en prensa escrita para tratar sobre asuntos de actualidad relacionados con el Derecho del Arte, Patrimonio Histórico y Antigüedades.
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Finanzkrise und der Kunsthandel | Rodríguez Bernal Blog
20 enero, 2014
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